Verbena. Ver-be-na. Repítelo otra vez. Sonora, evocadora, también equívoca (por aquello de la v y la b). Es una flor, una de nuestras fiestas preferidas de Madrid y ahora un bar de modernos en Malasaña que reivindica lo castizo y lo kitsch.
Desayuno junto a la Plaza del Dos de Mayo
El local tiene suelos de azulejo, luces de neón y mesitas con claveles. Pero Verbena no es solo un bar con estética. Han rescatado al maltratado bocadillo de calamares, los callos, el cocido y también el término fetén, una palabra moribunda con la que han bautizado su brunch de fin de semana. Además, se han atrevido a dar un paso más con su “viejoven”, una bebida castiza donde las haya que mezcla vermú de grifo, ginebra y soda.
De fondo suena Do it de The Sunday Drivers, en Madrid ha dejado de llover y esperamos el desayuno con ganas. Para abrir boca pedimos uno rústico con dos tostadas con mantequilla y mermelada de fresa y otro Malasaña con pan de centeno y cereales con tomate y aceite. De beber un chupito de zumo de naranja riquísimo y un café con leche muy cremoso.
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El segundo asalto son unos huevos fritos con jamón y un pincho de tortilla con su correspondiente bebida. Los fritos muy ricos (aunque sin puntillita) bien acompañados por un jamón sabroso y unas patatas suficientes. El pincho de tortilla mejorable porque somos de ese tipo de personas que la prefiere poco cuajada. Y, para acabar, el postre del día, un puding con sirope de chocolate.
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Si prefieres ir entre semana tienen un menú del día por 6,90 euros y en estos tiempos se agradece comer como en casa a ese precio.
Lo mejor: relación calidad/precio inmejorable. Todavía se puede ir sin hacer reserva.
Lo peor: el chupito de naranja se nos queda corto. Pagaríamos gustosas por un poco más.
C/Velarde, 24
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